Monday, May 25, 2020

La casa grande II

Si, esa era por fuera, por dentro tenía cuatro habitaciones, la primera a la calle con dos ventanas enormes siempre cuidadas y un juego de recamara realizado por un ebanista, es decir una recamara hermosa cuya cabecera y piecero que era guarda sábanas, estaban tallados en volutas mágicas, era el cuarto del teléfono, luego seguían tres habitaciones interconectadas por puertas, una de ellas clausurada, en el cuarto que seguía del de las dos ventanas había un mueble que abarcaba la pared era como puros estantes de medidas diversas que tenían perfumes, cajas musicales, libros de historia, de medicina y de cuentos, y en el que seguía, había talcos perfumados en un antiguo tocador, era una casa mágica

pero no era mi casa, era la casa en la que me críe, y en la que no debí hacerlo.

Monday, May 18, 2020

Crecí, en una casa  grande donde se secaban montañas de chiles en una parte del patio, y montañas de mazorcas en la otra, una casa de tres patios dos pozos que después taparon y dos gigantes corrales convertido en cocheras, un chiquero larguísimo, al que temía como a nada en el mundo, --los gruñidos me espantaban-- , mi abuelo a base de puro trabajo, compró esa casa, era un señor recio, gritón, que a base de mucho esfuerzo, y a qué negarlo, mucho caciquear a los peones y a quien se dejará, compró un terreno p sus hijos y por lo mientras, él sembraba y tenía sus vacas, regresando a la casa, era  una de esas macizas que hicieron los españoles, con un zaguán amplio de techo altísimo, pisos de ladrillo antiguo que tenía la facultad de bajar 2 grados al calor de afuera. En ese zaguán se vendía leche por la mañana y por la tarde, leche recién ordeñada y colada en una coladera enorme y una manta de cielo. Frente al zaguán el patio gigante, y el comedor con una enorme y coqueta puerta vidriera, daba a un lado a la cocina de piso de azulejos verdes, que siempre olía a queso y cuajada y por lo regular acudían dos señoras  a moler en el metate.