Thursday, April 09, 2020

Cuento

Había un fermento inmundo que había crecido sin saberlo en el pedestal del teléfono, se veía que era un teléfono inocente, que nunca se prestaría a malos negocios, era demasiado tarde, el riiing. La costumbre hizo que lo levantara __Buenos días__, y ahí estaba, saliendo del auricular con su cuerpecillo delgado y pequeño, sus ófidos  ojos  y su lengua, esa lengua que había tocado su oreja...el horror una vívora pequeña que ahora reptaba por el escritorio, sacando su pequeña lengua envenenada y recorriendo con curiosidad esa oficina de marzo.

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